Bajo un cielo de ceniza: reseña de Daniel Frini

BAJO UN CIELO DE CENIZA: RESEÑA DE DANIEL FRINI

Por Daniel Frini (Argentina)

Bajo un cielo de ceniza (poesía y minificción), de Diego M. Eguiguren, editado e impreso por Editorial Micrópolis, va por su segunda edición. Leerlo fue una gratísima experiencia.

Diego organizó su libro en capítulos o secciones («Como se lanza una piedra al mar», «Metáfora de fe», «Caminos secretos», «Aroma de antaño», «Cátedra», «Un abismo por conocer», «Por enésima vez», «Tantas cosas» y «Habitación») que actúan como aglutinantes de sus poemas y sus textos de narrativa. Y acá aparece la primera trampa: todas las microficciones destilan poesía. Es decir, sin ser narrativa poética, rebosan de imágenes y sonidos que las alejan de la narrativa. Por tanto, Bajo un cielo de ceniza se me antoja un libro de entera poesía. Y bienvenidos sean los poemas de Diego.

Bien sabido es que la poesía es mágica, misteriosa. Y que leer poesía es, además, un acto solitario, personal y múltiple ―múltiple en el sentido de que, como en la física existe el espacio/tiempo, acá existe una especie de tiempo/sentimientos; y no será la misma poesía la que leamos estando melancólicos que alborozados―. Y en ese sentido, Bajo un cielo de ceniza es ideal para ejercitarse.

Descubrí varias cosas:

Por ejemplo, que Diego falta a la verdad sobre las razones por las que escribe ―acá está la segunda trampa― cuando dice en «Lo que repitió Bukowski durante un día completo»: «Qué lástima tener que despertar siempre a destiempo, Charles querido, y es que se me olvida decirte que los poemas de amor los escribo por oficio y compromiso». De leer a Diego uno entiende que no es posible escribir esa poesía por simple oficio ―que lo hay, claro está― o por compromiso. La de Diego es poesía que sale de las entrañas.

Encontré, por fin, la tercera trampa: si se está lo suficientemente atento, se descubre otra poesía oculta ―metapoesía, quizá― que se puede entrever desde la primera estrofa de «Al final», poema que abre el libro, hasta la última de «A unos metros», que lo cierra. No está escrita, en el sentido de poema organizado en estrofas, pero está allí, como un viaje pendular entre el desamor (Sentado en esta silla oxidada pienso en rumbos desconocidos, en caminos secretos. Vuelvo a levantar mi copa, rajada por penurias y derrotas ―en «Caminos secretos»―) y la esperanza (Ahora que la luna exhibe tanto / que la muerte ruega tregua / que el presente nos enmienda / el amor nos ha salvado ― en «La muerte ruega tregua»―) para volver al desasosiego (Veo / desde el ático / gaviotas que vuelan / buscando el amor en el cielo / y terminan por caer / como siempre / al pantano más triste del tiempo ―en «Tu castillo de hielo»―).

Diego tiene una manera especial de escribir hermosas metáforas de los sentimientos. Creo que no las piensa al escribirlas, que las dice así porque están allí, en su intuición: En «Desde el bar que nunca cierra» dice: Seguramente juzgarías / y con razón / que estoy exhausto de resucitar; en «Cuarto vacío»: La tos se burla de mí / tengo vidrios rotos en la voz; y en «Tu fotografía»: Lo articuló un amigo poeta: «Descarrilado, pero en línea recta».

Y Diego tiene, también, la justa manera de reunirnos con el amor, a pesar de todo: El día que te tenga / —así sea— / te regalaré un planeta / una estrofa nueva / y una historia bella (en «Pez de tierra»).

Un comentario especial merece la siempre extraordinaria edición de Micrópolis: cuidada, precisa y de calidad (con una hermosa ilustración de tapa: Sueño: abrir y cerrar de ojos, de Lucía Bertarini), que deja leer con placer.

ACERCA DE DANIEL FRINI

Es escritor, poeta y artista plástico. Ha sido distinguido con varios premios literarios, entre los que se encuentran: primer premio en el género cuento del IV certamen de Cuento Breve y Poesía Cosme Sebastián; Premio Internacional de Monólogo Teatral Hiperbreve para Niñas y Niños «Garzón Céspedes», con su obra breve «Ludmila y el Ratón Pérez» (2009, Madrid / México D. F.); Premio «La Oveja Negra» de Microrrelatos, con su cuento «Siseneg» (2009, Buenos Aires, Argentina); primer premio del IX Certamen Internacional de Poesía «La Lectora Impaciente» (2011, Gandía, Valencia, España) con su poema «¿Recuerdas, amor, cuando cayeron las bombas?».