Diego M. Eguiguren: «La poesía merece dedicación y respeto»

DIEGO M. EGUIGUREN: «LA POESÍA MERECE DEDICACIÓN Y RESPETO»

Por Sixto Sarmiento (Expreso)

En los versos de este poemario el joven poeta se confiesa y revela las rutas por donde el dolor transita sonriendo.

El balcón de la espera es desgarrador. ¿Sufre la palabra o es testimonio de parte?

Escribo el tipo de poesía que me gusta leer, y este podría ser el factor desencadenante para que el libro sea desgarrador. De todos modos, mi obra siempre parte de una base real: algo que esté viviendo o que haya vivido. Más adelante, el proceso creativo supone que el poema tome su propio rumbo y que, en algunas ocasiones, se termine alejando del todo de la idea inicial. Muchos de mis versos son autobiográficos, pero no representan una regla de trabajo.

Son tiempos difíciles y tu poesía refleja ese estado emocional, ¿verdad?

Puede que sí, pero también es cierto que mi poesía suele tener ese matiz. En este caso, podríamos hablar de una atemporalidad. Pese a que todo estado de ánimo es transitorio, considero que, con el paso del tiempo, me sitúo con más comodidad en el tipo de escritura que comparte reflexiones sobre una cotidianidad repleta de momentos emocionales complicados. No se trata de un único estilo de escritura ni de una forma de llevar la vida, sino de aprovechar estos estímulos creativos para plasmarlos con la tinta más poética posible.

Leí con mucho cuidado tus poemas. Me llamó la atención el verso «Me despido de la poesía, mi otrora patria». ¿Y qué es la patria?

La poesía merece dedicación y respeto, como el territorio en el que vivimos. Un poeta debe asumir que la poesía es su patria. Por mi parte, siempre ha sido así. Es la mejor manera de tomársela en serio. Escribirla bien tiene que ser una obligación para quien la tome como bandera. Si la patria es la tierra, la poesía no puede ser menos para un poeta.

¿Y la poesía tiene patria?

Se podría decir que su patria es la literatura, pero sería una afirmación muy poco generosa. Lo correcto es decir que no tiene patria, que es omnipresente, que está aquí en este momento.  

Algunos poetas preparan una ceremonia para escribir. ¿Cómo es en tu caso?

Mi única ceremonia es tener algo para decir. Si se cumple este punto de inicio, le empiezo a dar importancia al silencio y al horario. Estoy seguro de haber escrito más poemas de madrugada, e imagino que se debe a la oportunidad de concentrarme. En sí, la madrugada podría ser una ceremonia.

¿A quiénes acudes? ¿Quiénes son tus referentes?

Siento que mi obra encuentra buena compañía en la poesía española contemporánea, aunque esta —a pesar de ser mi preferida— no haya sido parte de mis primeras lecturas. Siempre vuelvo a Ángel González, poeta de la generación del 50. Actualmente, me gusta muchísimo el trabajo de Jesús María Cormán. También puedo mencionar a diversos poetas que, con su obra, han significado un buen incentivo para no perder la pasión: Juan Gonzalo Rose, José Ángel Bueza, Antonio Porchia o Roberto Juarroz. A ellos agrego la presencia poética de cantautores como Diego Vasallo, Luis Eduardo Aute e Ismael Serrano.

¿Qué esperas lograr con tu poemario?

Lo primero es cumplir con el rol que me corresponde. Quienes nos sentimos capaces de escribir un buen poema, tenemos que sentarnos a hacerlo. No podemos quedarnos al margen, desarrollándonos en los exteriores y evitando la vocación. Es vital la presencia de nuevos textos que enriquezcan nuestro panorama literario. Mi mayor logro sería continuar, progresar sin perder la ilusión. Aún no he escrito un poema que me deje satisfecho, y voy a su encuentro.

Compártenos un mensaje para los lectores.

Mi promesa es no dejar de escribir, porque busco superarme, además de satisfacer a quienes me acompañan y a quienes estarán conmigo en el futuro. Lo que le pido al lector es más paciencia para encontrar a sus referentes y más interés en los autores contemporáneos. Hay poesía para todos los gustos y vive en todas partes.